sábado, 14 de mayo de 2016

MI POLVO DE ESTRELLAS.




La primera carcajada que le saqué a mi hermana. Los domingos bailando en el salón. Quemarte la lengua con el primer chocolate caliente del invierno. El primer chapuzón del verano, que es capaz de helar de nuevo hasta el reino de Arendelle. El primer beso El beso que estabas esperando, aunque ni tú te hubieses percatado de que lo estabas deseando. Tu primera historia terminada. Cada vez que tus dedos se deslizan sobre las teclas creando un nuevo personaje. Todo me hace saltar entre las nubes y volar entre las estrellas, son el combustible de mi vida y el polvo de estrellas que ilumina mis mejillas con cada risa sonora. Y últimamente, sobre todas las cosas del mundo que pueden hacerme feliz, estás tú. No, tú no. Tu sonrisa, pero esa sonrisa de enamorado que te sale sin querer cuando crees que no te estoy mirando. Eres un señor orgulloso y testarudo, y te pondrías rojo hasta las orejas si algún día te dijese que con solo verte así eres capaz de alegrarme la semana.

El pájaro de mis costillas vuela de forma frenética cuando sonríes, hasta el punto de que a veces parece que se asfixia, pero da igual, porque es feliz. Aletea porque tu sonrisa le da fuerzas. Tus ojos se iluminan cuando te alegras de esa forma tan bonita, no sabría decir en qué piensas exactamente, pero muchas veces acabo creyendo que para estar así de feliz seguro que no piensas en mí, que soy un saco de complejos y torpeza. Entonces corro al ordenador a retratar cómo me haces sentir, pero tengo los dedos tan electrificados de felicidad que no encuentro las palabras precisas. Soy un torrente de energía y mis dedos no son capaces de canalizarla. En mi interior, una niña juega a hacer carreras con las centellas y el polvo de estrellas que me recorren a gran velocidad de arriba abajo. Intentan marear al pájaro que quiere pillar a la chica cuando pasa cerca de él, y yo sonrío como Peter Pan cuando Wendy le entrega el dedal definitivo.


Eres el polvo de estrellas en mis mejillas, la melodía de mi risa y muchas de mis razones por las que ser feliz. Sino me dieses cuerda todos los días, ni alimentases a mi pequeño colibrí revoltoso, no te permitiría sonreír de aquella forma cuando crees que no miro. Sólo espero, que yo tenga el mismo efecto sobre ti, y creo que estoy en lo cierto, porque el niño que llevas dentro se pasea por tu mirada persiguiendo a tu corriente eléctrica jugando al pilla-pilla. Que no lo alcance, que no lo alcance nunca y que esta felicidad me recorra por siempre.


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Escribí este texto hace un tiempo para la antología eléctrica de +Martha y como no llegó a salir a la luz, creo que es buen momento para enseñarlo. Tengo esto muy abandonado pero voy a ponerle remedio de verdad, y si comentáis en las entradas (aunque sean antiguas) me motiva mucho más a escribir. Espero que todo os vaya bien. 


Abrazos de niñadragón.