La primera carcajada que le saqué a mi
hermana. Los domingos bailando en el salón. Quemarte la lengua con el primer
chocolate caliente del invierno. El primer chapuzón del verano, que es capaz de
helar de nuevo hasta el reino de Arendelle. El primer beso El beso que
estabas esperando, aunque ni tú te hubieses percatado de que lo estabas deseando.
Tu primera historia terminada. Cada vez que tus dedos se deslizan sobre las
teclas creando un nuevo personaje. Todo me hace saltar entre las nubes y volar
entre las estrellas, son el combustible de mi vida y el polvo de estrellas que
ilumina mis mejillas con cada risa sonora. Y últimamente, sobre todas las cosas
del mundo que pueden hacerme feliz, estás tú. No, tú no. Tu sonrisa, pero esa
sonrisa de enamorado que te sale sin querer cuando crees que no te estoy
mirando. Eres un señor orgulloso y testarudo, y te pondrías rojo hasta las
orejas si algún día te dijese que con solo verte así eres capaz de alegrarme la
semana.
El pájaro de mis costillas vuela de forma
frenética cuando sonríes, hasta el punto de que a veces parece que se asfixia,
pero da igual, porque es feliz. Aletea porque tu sonrisa le da fuerzas. Tus
ojos se iluminan cuando te alegras de esa forma tan bonita, no sabría decir en
qué piensas exactamente, pero muchas veces acabo creyendo que para estar así de
feliz seguro que no piensas en mí, que soy un saco de complejos y torpeza.
Entonces corro al ordenador a retratar cómo me haces sentir, pero tengo los
dedos tan electrificados de felicidad que no encuentro las palabras precisas.
Soy un torrente de energía y mis dedos no son capaces de canalizarla. En mi
interior, una niña juega a hacer carreras con las centellas y el polvo de
estrellas que me recorren a gran velocidad de arriba abajo. Intentan marear al
pájaro que quiere pillar a la chica cuando pasa cerca de él, y yo sonrío como
Peter Pan cuando Wendy le entrega el dedal definitivo.
Eres el polvo de estrellas en mis
mejillas, la melodía de mi risa y muchas de mis razones por las que ser feliz.
Sino me dieses cuerda todos los días, ni alimentases a mi pequeño colibrí revoltoso,
no te permitiría sonreír de aquella forma cuando crees que no miro. Sólo
espero, que yo tenga el mismo efecto sobre ti, y creo que estoy en lo cierto,
porque el niño que llevas dentro se pasea por tu mirada persiguiendo a tu
corriente eléctrica jugando al pilla-pilla. Que no lo alcance, que no lo
alcance nunca y que esta felicidad me recorra por siempre.
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Escribí este texto hace un tiempo para la antología eléctrica de +Martha y como no llegó a salir a la luz, creo que es buen momento para enseñarlo. Tengo esto muy abandonado pero voy a ponerle remedio de verdad, y si comentáis en las entradas (aunque sean antiguas) me motiva mucho más a escribir. Espero que todo os vaya bien.
Abrazos de niñadragón.