martes, 30 de junio de 2015

WINNIE I



Sonrisas de oreja a oreja que animan a cualquiera, esa soy yo. La que sonríe como el gato de Cheshire cuando ve a alguien triste. La que te pinta el cuello y te dibuja sonrisas en los apuntes sin que te des ni cuenta, esa que en vez de andar trota por los pasillos y es feliz. No creo que ser feliz sea demasiado complicado, sino que en la actualidad los adolescentes tendemos al pesimismo, a la negatividad, y siempre tiene que haber alguien que sea la luciérnaga de esta sociedad. No me estoy denominando salvadora, ni iluminada, ni mucho menos diferente al resto, simplemente feliz.

Vas por la calle y te encuentras a cientos de personas en silencio mirando las pantallas de sus móviles, rostros serios, gestos escasos y caras de cansancio. Pero entre todas esas personas hay una chica con un vestido amarillo, pelo rubio oxigenado y una sonrisa profident que va escuchando música y tarareando una cancioncilla. Puedes encontrarme en cualquier sitio, desde el supermercado de la esquina hasta en el parque. Soy fácil de identificar, como el resto de personas felices que habitan en este mundo. Siempre se queda alguien mirando como preguntándose “¿qué se habrá fumado esta?” , pero yo solamente sonrío más a modo de saludo, a lo mejor así consigo alegrarle el día a alguien y lo paso a mi bando. Es una estupidez, o quizá no. Simplemente me apena ver a tanta gente joven triste, decaída, como perdida. Nadie debería sentirse así.


No creo ser un hada madrina, pero si de verdad existiesen creo que sería un buen trabajo para mí.

lunes, 1 de junio de 2015

A TRAVÉS DEL ESPEJO

¿De verdad pensabas que todo aquello con lo que bromeabas no me iba a hacer daño? ¿Pensabas , y sé sincero, que todo esto no me afectaba? Sabías perfectamente que cada palabra que se escapaba de tus labios, dejándose llevar como una hoja recién caída un árbol, que todo lo que tú dijeses me iba a importar y me iba a marcar para bien o para mal. ¿Tonterías, dices? ¿estupideces y sinsentidos?
Se nota que no me conoces. 
Pensabas conocerme, pero eso no es suficiente. No supongas jamás, y cuando digo jamás, es jamás, que conoces a alguien. Porque, quizá, esa persona interprete un papel continuo. Que cada mañana se levante y elija qué guión interpretar, como una buena actriz. Cada día diferente. Nunca la misma. 
Sin lugar a dudas lo encontrabas divertido, pero dime ¿te habías parado a pensar que a mí no? ¿que buscaba una identidad que no me dejabas alcanzar? Quería alejarme de ti, dejar de fingir sonrisas de porcelana. Quería dejar de ser una actriz de teatro suburbano que aspira a ser una estrella de Hollywood. Estaba cansada de intentar adaptarme a ti, a tus gustos, los cuales jamás expusiste. 

Ahora me río, porque me he percatado de que no era más que una muñeca de plastilina a la que modelar a tu gusto. Pero se acabó, aunque el daño ya está hecho, y aún no me he encontrado en el tablero de ajedrez, que Alicia recorrió tras atravesar el espejo.



Es un texto rescatado de hace siglo y medio, pero llevo varios días intentando escribir y lo borro todo. Absolutamente todo. Nada de lo que escribo me gusta.