Y jugué con ella como me pidió. Pero para
explicaros la historia de Astoria debéis saber un poco de su pequeño universo.
El reino de Astoria no era demasiado
peculiar. Se encontraba entre montañas, en un valle frondoso que aparentemente
estaba aislado de las demás civilizaciones pero al que llegaba información de
todos los rincones del planeta. No era un reino demasiado grande, pero
estaba bien protegido y dirigido gracias al monarca, el padre de nuestra protagonista.
Eso convierte a Astoria en la princesa y futura heredera, pero es un tema
demasiado delicado.
El valle era sin duda un lugar idóneo
para vivir, las guerras de los últimos años no lo habían alcanzado de forma
directa aunque hubiesen repercutido en el abastecimiento. Si no ibas
expresamente a visitar el reino, seguramente no encontrases el valle. El valle
era completamente verde, solía llover en invierno y otoño pero cuando
comenzaba, el calor a mediados de la primavera, el sol tomaba protagonismo. Fuera
de las murallas estaba rodeado de árboles frondosos y en el interior de los
muros podías encontrar incluso una pequeña laguna en la que se refrescan los
jóvenes en las tardes de verano después de trabajar. Tiendas, talleres,
panaderías, campos de cultivo,... Todo tenía su lugar en el remoto reino de
Stardust.
Astoria tenía 15 años cuando la conocí,
parecía más una niña que la adolescente que teóricamente era. Siempre tenía la
melena rubia enmarañada, formada por ondas que se quedaban a medio camino de
convertirse en rizos, sus ojos eran de un color inespecífico, pero muchos se
atreverían a decir sin dudar que eran grises. Era una chica de sonrisa incansable
y mejillas sonrosadas que encajaban perfectamente en su rostro redondeado de líneas
delicadas. Por aquel entonces siempre tenía heridas en las rodillas y arañazos
en las mejillas, pero era fuerte y testaruda.
Siempre buscaba aventuras y recorría las
murallas con su espada de madera al cinto. Ella no quería ser princesa de nada,
quería buscar a un dragón y cazarlo. Desde bien pequeña había soñado con los
dragones, pero convirtió aquel defecto en una virtud. No temía a los dragones,
quería encontrarse con alguno y vencerlo para así convencer a su padre de que
ella podía encargarse del ejército.
Su vida comenzaba y acababa en las
murallas de aquel castillo, aunque se sentía un poco incomprendida. Las chicas
de su edad ya no querían jugar, solamente tejían y hablaban de los chicos del
reino. Fue por ello que Astoria se cortó el pelo como un chico, para poder
entrenar a la espada con sus amigos sin que estos se diesen cuenta de que era
ella. Era un plan genial, hasta que su madre que paseaba por el patio la vio y
la reconoció. Cuando intentó explicárselo a su madre solamente obtuvo una buena
regañina de su parte, todo el mundo sabe que las buenas damas no llevan el pelo como un mozo de
cuadras.
Todo era normal, pequeños actos de
rebeldía, pero nada verdaderamente importante que mereciese la pena señalar. El
día que yo vi por primera vez a Astoria, estaba hecha un pequeño ovillo en la
esquina de su habitación en el palacio rezando. Temblaba como un cabritillo,
asustada porque no podía salir de su habitación debido al fuego, y ella, que siempre había querido
enfrentarse a un dragón, se había acobardado y era incapaz de vencer a aquel
que se encontraba sobrevolando Stardust. Un enorme ejemplar de escamas rojizas
que había hecho prender los alrededores del castillo y diversos barrios de la
ciudad. La ciudad del polvo de estrellas estaba en llamas.