lunes, 1 de junio de 2015

A TRAVÉS DEL ESPEJO

¿De verdad pensabas que todo aquello con lo que bromeabas no me iba a hacer daño? ¿Pensabas , y sé sincero, que todo esto no me afectaba? Sabías perfectamente que cada palabra que se escapaba de tus labios, dejándose llevar como una hoja recién caída un árbol, que todo lo que tú dijeses me iba a importar y me iba a marcar para bien o para mal. ¿Tonterías, dices? ¿estupideces y sinsentidos?
Se nota que no me conoces. 
Pensabas conocerme, pero eso no es suficiente. No supongas jamás, y cuando digo jamás, es jamás, que conoces a alguien. Porque, quizá, esa persona interprete un papel continuo. Que cada mañana se levante y elija qué guión interpretar, como una buena actriz. Cada día diferente. Nunca la misma. 
Sin lugar a dudas lo encontrabas divertido, pero dime ¿te habías parado a pensar que a mí no? ¿que buscaba una identidad que no me dejabas alcanzar? Quería alejarme de ti, dejar de fingir sonrisas de porcelana. Quería dejar de ser una actriz de teatro suburbano que aspira a ser una estrella de Hollywood. Estaba cansada de intentar adaptarme a ti, a tus gustos, los cuales jamás expusiste. 

Ahora me río, porque me he percatado de que no era más que una muñeca de plastilina a la que modelar a tu gusto. Pero se acabó, aunque el daño ya está hecho, y aún no me he encontrado en el tablero de ajedrez, que Alicia recorrió tras atravesar el espejo.



Es un texto rescatado de hace siglo y medio, pero llevo varios días intentando escribir y lo borro todo. Absolutamente todo. Nada de lo que escribo me gusta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Suspira por aquí.