martes, 21 de junio de 2016

CARTA II


Nunca he entendido las canciones tristes, y ahora que las comprendo deseo que no fuese así. No puedo cantar una de mis canciones preferidas porque ahora sé lo que significa, ahora la comprendo, ahora duele entonar un “me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos”. Zahara he de decir que te comprendo y entiendo que dejases de cantarla por ser incapaz de hacerlo sin llorar, yo ahora tampoco puedo. Ojalá nunca hubiese aprendido lo que significa. Tantos años riéndome de Alex Ubago y ahora lo entiendo un poquito, pero sólo un poco.


No quiero esperar, no quiero llorarte ni quiero sentir que soy menos por no tenerte. Porque puedo ser feliz, porque soy feliz aunque no estés, porque sé serlo. No soy la persona más fuerte de este mundo, ni siquiera de este barrio, es más, soy una persona muy débil y tengo que hacerme fuerte. Porque una amiga me dijo que nadie nacía fuerte, que una se hacía a si misma, y yo parto en desventaja porque comencé a crear mi ciudad bajo tierra. Mi ciudad subterránea donde apenas llegaba la luz. 

Quizá comencé tarde a ser yo misma porque me daba miedo el qué dirán, contigo no lo temía, y me sigue dando pavor. “¿Y si no caigo bien? ¿Y si digo algo que le puede molestar? Seguro que piensan que soy una estúpida”, son preguntas a las que me enfrento cada vez que hablo con alguien, pero ¿sabéis qué? Que os den a todos. Me encantaría decir un “no me importa lo que opinéis porque soy yo misma”, pero sería mentira. Ojalá llegue el día en el que sea capaz de decirlo de verdad.

Pero mentiría también si no reconociese que ojalá pudiese hacerme fuerte a tu lado. 

1 comentario:

  1. Mira, te voy a ser sincera. He pasado exactamente por la misma situación. Estuve durante muchísimo tiempo acomplejada porque me sentía estúpida cuando hablaba, porque no sabía, porque tenía miedo, porque no sabía si era buena conversadora. Pero con el tiempo he aprendido (aunque eso no se va del todo, pero uno aprende a ignorarlo) que, francamente, da igual. Y que, de hecho, a la gente le encanta que digas cosas que puedan molestar, que seamos irreverentes, que aunque podamos ser tímidas no callemos por miedos absurdos que solo están en nuestra cabeza.

    Que llevemos la contraria, que seamos nosotras. Eso de "quiérete" es la piedra roseta de uno mismo y es muy, muy difícil. Yo todavía no tengo claro lo que significa, pero es un camino que hay que empezar a andar e ir ignorando los miedos que nos hacen ir más despacio.

    El truco está en andar, simplemente. Aunque tropecemos. Hablar, hablar mucho, decir lo que se nos pasa por la cabeza aunque sea estúpido. Habrá gente que lo entenderá, otra que se reirá con nosotros, otros que nos pondrán cara de no entender, pero es bonito, todo eso. Y al final te das cuenta de que sale solo, de que has vencido una cosa más de ti misma.

    Está muy muy bien que escribas sobre ello, pero está mejor que cuando salgas a la calle no calles. Que los únicos que nos juzgamos somos nosotros mismos. Así que ánimo, pequeña.

    Y en cuanto a las canciones tristes... ¡Oye! Es una parte del amor. Una parte que aunque duela, nos enriquece, nos inspira, nos hace sentir y aunque no sea sentir lo que nosotros queremos, también es un tesoro que con el tiempo miraremos y sabremos que nos ha hecho más completos. Y lo se porque, en este instante de mi vida, sé lo que es no tener a quien quieres, no querer esperarlo y sentirte absurda por ello, porque como yo lo llamo, eso es "una guerra de un solo bando".

    Un besazo enorme, señorita.
    Desirée.

    ResponderEliminar

Suspira por aquí.